Lo mejor de la Copa América 2011

-Mejor jugador: Luis Suárez (Uruguay)

Luis Suárez

-Mejor arquero: Justo Villar ( Paraguay)

Justo Villar

-Mejor jugador joven: Sebastián Coates (Uruguay)

Sebastián Coates

– Goleador: José Paolo Guerrero (Perú / 5 goles)

José Paolo Guerrero

– Trofeo Fair Play: Uruguay

Bandera uruguaya

El comienzo de una nueva era

Por Patricio Manzato

Hay triunfos que sólo marcan el resultado de un partido, pero no es este el caso. La victoria de Venezuela ante Ecuador el pasado sábado vuelve a confirmar el progreso del fútbol venezolano en los últimos años. Archivados en la memoria han quedado aquellos momentos en que La Vinotinto era por lejos el peor conjunto sudamericano. Afrontaba sin ninguna expectativa las sucesivas ediciones de la Copa América y las eliminatorias mundialistas. También los clubes eran débiles, lo que quedaba evidenciado en la Copa Libertadores. Los jugadores venezolanos rara vez emigraban para desempeñarse en ligas más competitivas. Sin embargo, todo ello forma parte del pasado y el panorama actual es completamente distinto.

Salomón Rondón y Nicolás FedorLas estadísticas hablan por sí solas. Paulatinamente La Vinotinto fue cosechando cada vez más puntos en las eliminatorias que definen los cupos sudamericanos para los mundiales. Para Corea-Japón 2002 acumuló 16 unidades, para Alemania 2006 18 y para Sudáfrica 2010 se quedó al borde del repechaje al obtener  22 puntos, dos menos que Uruguay, país que jugó dicha instancia.

La Copa América es un torneo que siempre le ha costado mucho al conjunto venezolano. A tal punto que la victoria frente a Ecuador es su tercer triunfo por esta competición en toda su historia. En su primera participación en Uruguay 1967 se impuso 3 a 0 a Bolivia.  Luego tuvo que esperar 40 años para volver a ganar un partido. Fue 2 a 0 a Perú en 2007, edición en la que fue anfitriona y accedió a cuartos de final, hecho inédito hasta esa fecha.

El crecimiento futbolístico también ha quedado plasmado en las divisiones juveniles. En 2009 la selección sub-20 venezolana jugó por primera vez un Mundial y superó además la fase de grupos. Para la cita de este año en Colombia los juveniles no pudieron clasificar, pero fueron un equipo duro en las eliminatorias y lograron empatar con Argentina, Uruguay y Perú.

En la Copa América en curso La Vinotinto ya se aseguró su lugar entre los ocho mejores y mañana enfrentará a Paraguay para definir su ubicación en el grupo B que la tiene puntera transitoriamente. Más allá del desenlace en este torneo, en Venezuela ya esperan con ansiedad las eliminatorias para el Mundial de Brasil 2014. La Federación Venezolana de Fútbol ha tomado la buena decisión de darle continuidad al técnico César Farías, quien se mantiene en el cargo desde el 2007. A esto se le suma la nueva generación de futbolistas que dejaron de ser promesas, para transformarse en una realidad. Roberto Rosales, Tomás Rincon, Yohandry Orozco, Ronald Vargas, José Salomón Rondon, Nicolás Fedor, son sólo algunos de los jóvenes jugadores que guiarán a esta selección.

Por todo lo expuesto, al pueblo venezolano no le deben faltar motivos para ilusionarse con ver a su país disputando un Mundial en un futuro cercano.

Una salvación para el espectáculo

Muchos partidos de fútbol terminan casi sin goles o definitivamente con el arco en cero. A causa de un cambio de mentalidad que comenzó en los entrenadores y hoy ya forma parte, incluso, de los jugadores. “Hay que matarlo al 10, hay que anularlo”. ¡Anular al creativo! y el rival va en busca de lo mismo.

El mensaje que transmite hoy el fútbol no es el mismo que el de hace 50 años. La mira no está calibrada más en el arco de enfrente, sino en desarticular al oponente. Cuanto más hay en juego menos se juega. Se llena el mediocampo de “picapiedras” metedores, lo que se refleja en el resultado.

0-0, 1-0, son los resultados más comunes. ¿Qué tiene de entretenido eso para el espectador?

Más allá de si es en la cancha o mirándolo por televisión es muy poco atrayente presenciar partidos como Arsenal-Quilmes, o a nivel selecciones Bolivia-Ecuador.

¡Te querés matar! Porque si llegan a hacer un gol (de pura casualidad, porque se equivocaron o tuvieron una iluminación divina) el equipo se repliega enseguida y se dedica a cerrar las líneas y mantener el resultado. Y todo pareciera no tener rumbo visible, o mejor, pareciera estar entregado a una corriente que deriva en partidos donde el deleite pasa por algunas fintas que no generan ningún peligro. Pero, como se dijo, pareciera.

Ya se mencionó en innumerables ocasiones que un gol es como un orgasmo, un punto de felicidad y éxtasis total que no dura mucho tiempo, y por el que se daría todo. A la hinchada del fútbol le gusta divertirse, y qué peor que un partido donde tu equipo no convierta, y vos no puedas gritar “gol” ni una sola vez?

Un partido que finaliza 4-3 es infinitamente más entretenido, aunque pierdas, porque más allá de la derrota sabés que tu equipo no bajó los brazos hasta el final. Donde ambos equipo piensan en el gol propio, y no en el ajeno.

“Porque el fútbol de hoy está en el pasado”, dijo Ángel Cappa.

Entonces, hay una manera de girar el timón, dar vuelta el barco y llevarlo a buen puerto. Y consiste en darle más goles al fútbol.

El fútbol puede aprender del rugby. Si nos quieren robar los goles, no dejemos que pase. El rugby otorga un punto extra al equipo que haga 3 tries en un partido, a fin de incentivar que haya mayor cantidad, o al menos, tres por cada lado.

En el fútbol se puede implementar de igual modo. Aquel que convierta tres goles recibirá un punto extra. De esta forma, el conjunto que pierda 4-3 recibirá mayor reconocimiento que uno que pierde por 4 a 0.

Ir en busca del gol constantemente. Eso se quiere lograr con la implementación de la regla.

Que si va ganando 1-0 y necesita más puntos para salir campeón o salvarse del descenso, tenga que meter tres goles. Poner mayor cantidad de jugadores ofensivos en el campo.

De esta manera, en un partido que finaliza 4-3, el equipo que gane sumará 4 puntos y el que pierda, 1, parecido a lo que pasa en el vóley o en el rugby.

Será un fútbol más dinámico, con mayor juego en el área, y se verán menos bodrios como Argentina-Bolivia, a nivel países, o San Martín de Tucumán–Deportivo Merlo.

Pero una vez más el fútbol va en contra de los demás deportes. Si la tendencia va hacia aplicar la tecnología para evitar errores arbitrales o incluso la violencia, las autoridades prefieren manejarse únicamente con los sentidos humanos.

El fútbol puede aprender de otros deportes, y entender que además de ser el deporte más popular y generar el mayor fanatismo a nivel mundial, también es el que más violencia genera, y un deporte donde el espectáculo es el más afectado.

Costa Rica y su oportunidad de quedar en la historia

Por Patricio Manzato

El seleccionado de Costa Rica fue en su momento el elegido para ocupar la vacante dejada por Japón ante la decisión de los asiáticos de no participar en la Copa. El pequeño país centroamericano apenas tuvo tiempo de prepararse para asistir al evento, ya que venía de competir en la Copa de Oro de la CONCACAF, torneo que le dejó un sabor agridulce al ser eliminado en cuartos de final ante su par de Honduras. Los dirigidos por el argentino Ricardo La Volpe no sólo no cumplieron con las expectativas de avanzar hasta una instancia acorde a su historia sino que fueron goleados por México y cosecharon un pobre empate con El Salvador, rival al que deberían haberle ganado con facilidad.

Paulo Wanchope fue el máximo exponente del fútbol costarricense

Wanchope celebra un gol ante Alemania en el Mundial 2006

Se tomó la resolución de concurrir a la Copa América con un plantel alternativo formado en su mayoría por jóvenes que no superan los 22 años. Por lo tanto se podría decir que los Ticos no llegaron con demasiadas expectativas a la competición. Su objetivo estaba en poder sumar algún punto en la fase de grupos. Sin embargo en su debut el sábado pasado en el estadio 23 de Agosto de Jujuy sólo fueron superados 1 a 0 por Colombia. Si a esto se le suma que afrontaron en inferioridad numérica el cotejo desde los 27 minutos de la primera parte, se llega a la conclusión de que no es un equipo tan débil como se pensaba.

Hoy a partir de las 19.15 enfrentarán a Bolivia en la misma sede que en la primera jornada y si bien ningún resultado le asegura la clasificación o la eliminación, una victoria los dejaría bien posicionados en el grupo A.

Sin embargo, el título alude a lo que ocurrirá el 11 de julio por la noche en el estadio Mario Alberto Kempes, en la provincia de Córdoba. Es que los Ticos tienen una oportunidad única, una de esas que no se presentan muy a menudo: en el seno de un torneo de importancia pueden eliminar a una potencia como Argentina en su propia tierra. Será difícil que esto ocurra, pero significaría un golpe sin precedentes para la Albiceleste, ni siquiera comparable con la tristeza sufrida al no superar la primera fase en el Mundial de Corea-Japón 2002 ni tampoco –profundizando más en el tiempo- con la no clasificación para la misma competición en México 1970.

Para conseguir dar el batacazo, esta generación de jugadores costarricenses debe inspirarse en quienes han llevado alguna vez a su país al primer plano futbolístico. Muy lejos parece ya la clasificación a octavos de final en el Mundial de Italia 1990 o su participación en Corea-Japón, donde llegaron luego de arrasar en las eliminatorias relegando a Estados Unidos y México. Evidentemente no se ha producido el recambio que pudiera reemplazar a nombres como Paulo César Wanchope, Walter Centeno, Ronald Gómez, Rolando Fonseca, Luis Marín, Mauricio Solís y tantos otros que hicieron de Costa Rica un equipo respetable.

La bandera de Costa Rica

Todas las mascotas que existieron en las distintas Copas Americas

Por Juan Ignacio Vera

Desde la Copa América de Argentina 1987,  es todas las versiones de ésta competencia se creó una “mascota”, en forma de símbolo,  representativa de cada país organizador, reflejando su cultura y sus costumbres autóctonas.

La primera fue “Gardelito”, un simpático personaje que hacía alusión al tanguero porteño, homenajeando al gran Carlos Gardel.   A partir de ese año, comenzó la tradición de presentar un símbolo en cada edición de la Copa América.


En la Copa América de Brasil 1989, eligieron a «Tico», un pájaro que habita en las zonas donde se jugaron los partidos, para que sea la mascota que represente a todos los brasileños, quienes se quedaron con la copa en el Maracaná.

 

 

“Guaso” fue la mascota de la Copa América de Chile 1991. Un Jinete chileno que está dibujado a mano alzada como un garabato, con los colores de su bandera y una pelota. Representativo para los chilenos del centro y sur del país trasandino.

 

Para la edición de 1993 en Ecuador, un choclo fue la elegida para ser la mascota, reflejando la importancia que tiene el cultivo del mismo para los organizadores de esa Copa América.  Se llamó “Choclito”.

 

 

Durante la Copa América de Uruguay en 1995, los uruguayos eligieron a “Torito” para que represente a su país, dejando de lado al indiecito charrúa que utilizaron para el Mundialito.

 

 

“Tatú”, un armadillo autóctono de Bolivia fue el elegido como mascota para la Copa América de Bolivia 1997. Representando a la fauna y a la Selección, ya que el mamífero lleva puesta la camiseta con los colores de Bolivia.


La Copa América de Paraguay 1999 tuvo como mascota, al igual que Bolivia y Uruguay, a un mamífero característico de la zona del  Gran Chaco.  Para destacar su cultura y bandera, el simpático animalito lleva la camiseta con los colores de Paraguay y un mate, ya que es el símbolo de todo paraguayo.

“Amériko” se llamó la rara mascota de la Copa América de Colombia 2001. No se distingue bien que especie ficticia es, pero representa a los cafeteros por los colores que lleva.

La mascota de la edición de Perú 2004 fue “Chasqui”. En el antiguo  Perú, los chasquis eran aborígenes  fuertes y atléticos, que cumplían en rol de mensajeros. La banda roja que lleva en su túnica blanca forma la camiseta de la Selección peruana. Además,  refleja su cultura y colores, utilizaron a Chasqui para contar un poco de su historia.

“Guaki”, un guacamayo representativo de Venezuela que está en peligro de extinción, fue el ave que eligieron de mascota para la Copa América del 2007, en Venezuela.

“Suri” es el ñandú que se eligió como mascota de para la Copa América que está en transcurso. Es un  ave no voladora que habita en la Patagonia y en la Meseta Andina, por encima de los 3000 metros de altura. Este año se vistió de celeste y blanco para representar  a los argentinos.

Todas las mascotas que existieron en las distintas Copas Americas

Por Juan Ignacio Vera

Desde la Copa América de Argentina 1987,  es todas las versiones de ésta competencia se creó una “mascota”, en forma de símbolo,  representativa de cada país organizador, reflejando su cultura y sus costumbres autóctonas.

La primera fue “Gardelito”, un simpático personaje que hacía alusión al tanguero porteño, homenajeando al gran Carlos Gardel.   A partir de ese año, comenzó la tradición de presentar un símbolo en cada edición de la Copa América.

 
En la Copa América de Brasil 1989, eligieron a «Tico», un pájaro que habita en las zonas donde se jugaron los partidos, para que sea la mascota que represente a todos los brasileños, quienes se quedaron que la copa en el Maracaná.

 

 

“Guaso” fue la mascota de la Copa América de Chile 1991. Un Jinete chileno que está dibujado a mano alzada como un garabato, con los colores de su bandera y una pelota. Representativo para los chilenos del centro y sur del país trasandino.

 

 

 

Para la edición de 1993 en Ecuador, un choclo fue la elegida para ser la mascota, reflejando la importancia que tiene el cultivo del mismo para los organizadores de esa Copa América.  Se llamó “Choclito”.

 

 

 

Durante la Copa América de Uruguay en 1995, los uruguayos eligieron a “Torito” para que represente a su país, dejando de lado al indiecito charrúa que utilizaron para el Mundialito.

 

 

 

“Tatú”, un armadillo autóctono de Bolivia fue el elegido como mascota para la Copa América de Bolivia 1997. Representando a la fauna y a la Selección, ya que el mamífero lleva puesta la camiseta con los colores de Bolivia.


 

La Copa América de Paraguay 1999 tuvo como mascota, a lo igual que Bolivia y Uruguay, a un mamífero característico de la zona del  Gran Chaco.  Para destacar su cultura y bandera, el simpático animalito lleva la camiseta con los colores de Paraguay y un mate, ya que es el símbolo de todo paraguayo.

 

“Amériko” se llamó la rara mascota de la Copa América de Colombia 2001. No se distingue bien que especie ficticia es, pero representa a los cafeteros por los colores que lleva.

 

La mascota de la edición de Perú 2004 fue “Chasqui”. En el antiguo  Perú, los chasquis eran aborígenes  fuertes y atléticos, que cumplían en rol de mensajeros. La banda roja que lleva en su túnica blanca forma la camiseta de la Selección peruana. Además de reflejas su cultura y colores, utilizaron a Chasqui para contar un poco de su historia.

 

“Guaki”, un guacamayo representativo de Venezuela que está en peligro de extinción, fue el ave que eligieron de mascota para la Copa América del 2007, en Venezuela.

 

“Suri” es el ñandú que se eligió como mascota de para la Copa América que está en transcurso. Es un  ave no voladora que habita en la Patagonia y en la Meseta Andina, por en sima de los 3000 metros de altura. Este año se vistió de celeste y blanco para representar  a los argentinos.

La historia de una copa que regresa al lugar donde nació

Por Alfredo Merlo

La Copa América que comienza mañana en La Plata registra una coincidencia con su primera edición: el país organizador. Sí, Argentina fue el primer anfitrión de un torneo cuyo prestigio fue alternando según la época, desde su comienzo estruendoso hasta el declive, desde esa debacle hasta el negocio que lo penetró por todas partes.  Aquí, un breve repaso por su historia.

Los albores del siglo XX  serán recordados como tiempos de cambios. En toda Latinoamérica se produjeron variantes sociales y económicas que fueron signando el desarrollo de los países que componen esta parte del mundo. Y Argentina, lógico, no fue la excepción. Las históricas olas de inmigrantes, la Ley Sáenz Peña que convirtió al pueblo en soberano del país, los movimientos anarquistas y comunistas que luchaban por el reconocimiento de los derechos de los trabajadores (cabe mencionar los trágicos episodios del 1° de mayo de 1909) y el nuevo impulso tecnológico que se desarrolló en Europa a partir de la Segunda Revolución Industrial e hizo que las principales potencias de ese continente acrecentaran sus inversiones en el país, son algunos de esos episodios sobre los que tanto se escribió en los libros de historia. En este contexto, con este incipiente panorama globalizador, Argentina organizó el primer Campeonato Sudamericano en 1916, precursor de la Copa América que comienza el viernes en La Plata.

 Se cumplían cien años de la Declaración de la Independencia y había que celebrarlo. Por eso, la Asociación Argentina de Football, presidida por Adolfo Orma, con la anuencia del gobierno de Victorino de la Plaza, quien meses más tarde sería reemplazado por el presidente radical Hipólito Yrigoyen,  decidió conmemorar el aniversario con el primer campeonato de fútbol de selecciones sudamericanas, que de disputó entre el 2 y el 17 de julio de 1916. El local más los invitados Uruguay, Brasil y Chile participaron de esta competencia que, lejos de la estridencia que desparraman sus versiones modernas, no entregó trofeo y despertó un atenuado interés en el público. El sistema de juego, todos contra todos, posibilitó el desarrollo de 6 partidos  con un promedio de 14.000 espectadores por juego. El predio de Racing, por entonces un modesto baldío, y la cancha del Buenos Aires Football Club albergaron los enfrentamientos. El campeón, como era costumbre a principios de siglo en cada campeonato en el que incursionaba, fue Uruguay que además contó con el mejor jugador y goleador, Isabellino Gradin.  Más allá de quedar en la historia por haberse convertido en el preludio de la Copa América, el torneo es recordado por un dato más significativo. Es que durante su desarrollo el dirigente uruguayo Héctor Rivadavia Gómez  materializó el viejo anhelo de crear la Confederación Sudamericana de Fútbol: después de reunirse con sus pares de Argentina, Brasil y Chile, dio vida a esa institución de la que fue su primer presidente y la que hoy nuclea  y regula todo el fútbol del continente.

Desde esa primera versión, la competencia despertó el interés de los dirigentes del fútbol de Sudamérica. Al año siguiente, Uruguay organizó la segunda edición y se coronó bicampeón. Brasil tuvo la chance en 1918 pero un brote de gripe que azotó Rio de Janeiro impidió su realización y la postergó para el año siguiente, cuando la verdeamárela obtuvo su primera estrella continental. Más tarde Paraguay, Bolivia y Chile fueron sus anfitriones y para 1930, año en que se disputó el primer Mundial, el Campeonato Sudamericano ya estaba asentado y visto como un prestigioso escenario  que Argentina y Uruguay aprovechaban para dirimir el título de mejor del continente y para tomarse revancha de los históricos enfrentamientos en los Juegos Olímpicos. Precisamente esta enemistad entre argentinos y uruguayos germinó su debacle. Las asociaciones de ambos países estaban distanciadas por algún que otro resquemor que había quedado de la organización de la Copa del Mundo y el torneo fue interrumpido durante 5 años, desde 1930 a 1935.

Las intermitencias en su desarrollo y las desprolijidades de su organización hicieron que los 6 títulos que consiguió Argentina entre 1949 y 1959 perdieran algo de crédito; aunque mantuvo el nombre, la competencia no fue la misma. El paréntesis la  perjudicó claramente, le quitó prestigio y originó que los equipos la afrontaran con planteles diezmados, sin sus principales figuras y hasta en algunos casos, como el Brasil del 59 que participó con un combinado local del  estado de Pernambuco, selecciones juveniles y sin experiencia en partidos internacionales.

                                 Tucho Méndez: uno de los máximos goleadores

Tuvo que intervenir la Conmbeol para apuntalar su organización. En 1975 se disputó tras 8 años de interrupciones y lo hizo por primera vez con el nombre de Copa América. El antiguo y desgastante sistema de todos utilizado previamente, fue reemplazado por otro de tres grupos cuyos ganadores, más el campeón de la edición anterior, se enfrentaban en una ronda de eliminación directa. En 1993 participaron por primera vez equipos invitados de la Concacaf y en 1999 Japón fue la marca visible de que el negocio ya se había entreverado en la competición.

Mañana, cuando el árbitro marque el inicio del partido inaugural en el Estadio Único de la Plata, esta historia del fútbol sudamericano contabilizará un capítulo más, aunque con notables diferencias de contexto con sus primeros esbozos: jugadores marketineros, sponsors que invierten cifras millonarias y estadios lujosos y repletos son algunas de esas huellas que testifican el paso del tiempo y la profesionalización de este deporte.

La última vez en casa

Por Jeremías Baldantoni

En 1986, año en que Argentina fue campeón mundial en México con Carlos Salvador Bilardo como director y con Diego Armando Maradona mostrando su magia dentro de la cancha, la Confederación Sudamericanade Fútbol (Conmebol) decidió renovar la Copa América. Doce meses después de esa decisión y, luego de 28 años, Argentina volvía a ser el anfitrión y, además, era partícipe del comienzo de una nueva etapa. El certamen empezó a realizarse cada dos años, no cada cuatro como era hasta ese entonces, y se reestableció el formato de las sedes fijas, ya que en las tres ediciones anteriores las selecciones se enfrentaban en lo que se denominaba sede volante, con partidos de ida y vuelta. También se estableció que era obligatorio que participaran todos los países integrantes de la Conmebol.

La edición de 1987 se disputó con una primera ronda de grupos, divididos en tres equipos dejando de lado el “todos contra todos”, en los que clasificaban los primeros de cada uno a la semifinal. En dicha instancia se sumó Uruguay, que era el último campeón, y a partir de ahí los equipos se eliminaban hasta que uno se consagrara como el mejor.

La copa tuvo como mascota a un “Gardelito” con una mirada particular, ya que tenía los ojos completamente negros. Podía visualizarse que el tamaño de sus mejillas era desparejo y utilizaba unos zapatos que bien podrían ser para la imagen de una mujer. El muñeco pisaba con su pie derecho una pelota blanca y negra y tenía puesto un pantalón que le quedaba por encima de su ombligo, casi en la parte inferior de su pecho. Como no podía faltar, llevaba colgada una bufanda celesta y blanca, en representación de los colores de la bandera argentina. Además,  sólo se veía bien el brazo derecho, debido a que el izquierdo parecía estar escondido detrás de su espalda y lo único que se apreciaba era el hombro. Su expresión, con una sonrisa que no se entiende bien si los dientes los tenía salidos, demostraba alegría porque desde 1959 no se realizaba la Copa América en el país.

A pesar de las ausencias de Jorge Valdano y Jorge Burruchaga, el equipo del “Narigón” tenía una base armada y sumó a Juan Gilberto Funes, conocido como el “Búfalo”, José Alberto Percudani, Darío Andrés Siviski, Sergio Goycochea y Claudio Caniggia. Maradona se encontraba en el mejor momento futbolístico de su carrera, pero no pudo volver a darles una nueva alegría a los aficionados argentinos. El equipo integró el Grupo A, en el que enfrentó a Perú y Ecuador, ambos en el estadio de River Plate. Debutó en 27 de junio con un empate en uno ante los peruanos en un Monumental repleto. El “Diego” había puesto en ventaja a los albicelestes, pero Luis Reyna igualó el marcador a los 14 minutos de la segunda parte, dejando una gran desilusión en el público local. Sin embargo, el equipo se recuperó y goleó a Ecuador por 3 a 0, con dos goles de Maradona y uno de Caniggia, todos en la etapa complementaria y se metió entre los cuatro mejores del torneo.

Argentina ya estaba en la semifinal y debía enfrentar a Uruguay, que clasificó directamente a esa fase por haber sido el campeón de América en 1983. Los uruguayos fueron los ganadores del partido con un gol que convirtió el delantero Antonio Alzamendi a los 43 minutos del primer tiempo. La ilusión de los dirigidos por Bilardo se disipó, y sólo tenían la chance de enfrentar a Colombia por el tercer puesto,  aunque no lo lograron y tuvieron que conformarse con la cuarta posición, que gran parte de la prensa calificó como un «fracaso».

El 11 de julio los colombianos obtuvieron una victoria por 2-1 y se adueñaron del tercer lugar. El partido fue en la cancha de River, y durante los últimos 20 minutos se jugó bajo una neblina que complicaba mucho el campo visual de los futbolistas. En esta copa, un colombiano de 26 años que tenía una porra de rulos rubios llamado Carlos Valderrama, fue la figura del campeonato y ya comenzaba a insinuar lo que años más tarde confirmó: un juego brillante, que sumado a una gran categoría, dio como resultado muchas alegrías para su Selección.

La final tuvo como protagonistas a Uruguay y Chile, que llegó tan lejos luego de vapulear 4-0 a Brasil, que entre sus principales figuras estaban Antonio Careca y Romario, y de vencer en semifinales a Colombia por 2 a 1, en el estadio Chateau Carreras de Córdoba.

El conjunto chileno sorprendió a todos al llegar a la final, pero a los 14 minutos de juego se quedaron con unos menos porque el árbitro expulsó a Eduardo Gómez. No obstante, la situación se emparejó minutos más tarde, cuando Enzo Francescoli vio la roja y los dos quedaron en igualdad de condiciones. Los uruguayos pudieron levantar una nueva copa gracias a que Pablo Bengoechea, un joven que tenía 22 años logró anotar a los 11 del segundo tiempo. A dos minutos de que finalice el encuentro, otros dos jugadores también fueron expulsados por el réferi. José Perdomo del lado de los uruguayos y Fernando Astengo en Chile, pero los celestes de Roberto Fleitas ya era campeones.

Esta fue la última vez que Argentina organizó una Copa América. Después de 24 años sin localía, y de 18 sin coronarse, la Selección que dirige Sergio Batista buscará este año el primer puesto de la mano de un genio, que no es Maradona, su nombre es Lionel Messi.

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