Los jugadores más caros de la Copa América

Por Juan Ignacio Vera

El argentino Lionel Messi y el brasileño Neymar, ambos referentes de sus respectivas selecciones, son los dos jugadores más caros de la Copa América, aunque el jugador del Barcelona de España sobrepase su valor cuatro veces por encima del delantero del Santos.

La Copa América está plagada de estrellas que brillan en todas las ligas del mundo, sobre todo en las europeas, donde hay mejor nivel de juego y donde mejor les pagan a los jugadores.  Los  “cracks” que nacen en los potreros sudamericanos de Argenitna, Brasil, Uruguay, Chile, entre otros, comienzan sus carreras  como futbolistas en clubes de la primera división de cada país y es poco el tiempo que transcurre para que llegue una oferta de un club del viejo continente, ofreciendo una cifra millonaria, inalcanzable para el club dueño del pase. Por este motivo, es que las selecciones que hoy juegan la Copa América estén formadas por figuras que triunfan en Europa, y que el fútbol sudamericano deje de crecer.

Los diez jugadores más caros que están participando de la Copa América son:

  • Lionel Messi está considerado como el mejor jugador de fútbol de la actualidad y es eso lo que cotiza. Su valor es aproximadamente de 200 millones de dólares, según la cláusula que firmó el Barcelona en su contrato.
  • En Segundo lugar, se encuentra la nueva joya brasileña Neymar Da Silva Santos Junior, campeón de la última Copa Libertadores con el Santos, y es buscado por el Real Madrid. Los Merengues están dispuestos a pagar 50 millones de dólares por el “garoto” de 19 años.
  • Carlos Tévez es el tercero de la lista, ya que el Inter de Milán está interesado en su compra, debido a su excelente actuación en la última Premier League, en la que se consolidó como el máximo goleador. Los “Tanos” están dispuestos a llevárselo del Manchester City por 50 millones de dólares.
  • Sergio “El Kun” Agüero otro de los jugadores más valiosos en Europa. Varios clubes están en busca de él, ya que el argentino declaró que quiere dejar al Atlético Madrid. Su pase vale 45 millones de dólares.
  • Paulo Henrique Chagas De Lima, más conocido como Ganso, es otro joven brasileño que está cerca del viejo continente. Fue compañero de Neymar en la última Copa libertadores, integrando al Santos, y ahora podría pasar a ser compañero de Messi en el Barcelona aunque varios clubes ingleses también lo desean, por una suma de 40 millones de dólares.
  • El delantero uruguayo Luis Suárez, se incorporó al Liverpool luego de su gran paso por el Ajax de Holanda. El club inglés le pagará a partir de la próxima temporada 26 millones de euros.
  • La Selección colombiana también tiene a su estrella, Radamel Falcao García está siendo buscado por el Chelsea de Inglaterra y el Real Madrid de España. Ambos clubes están dispuestos a pagarle 35 millones de dólares por el goleador.
  • Gonzalo Higuaín finaliza la lista de los 10 jugadores más caros de la Copa América, ya que en el Real Madrid, su precio no baja de los 35 millones de dólares, a pesar de su lesión en la columna durante la temporada pasada que lo dejó 5 meses afuera de las canchas.

La lista puede seguir  con muchos nombres más como el del brasileño Dani Alvez que vale 35 millones de dólares en el Barcelona, un precio parecido al de su compañero de selección Alexandre Pato, que juega en el Milan. Lucas Barrios, argentino nacionalizado paraguayo, está valuado en 20 millones al igual que el brasileño Thiago Silva y el rosarino Ángel Di Maria, que juega en el Real Madrid.

Sergio Batista

Por Patricio Manzato

Muchos directores técnicos sueñan con dirigir la Selección argentina de fútbol. Sin embargo, son pocos los que llegan a lograrlo. Uno de ellos es Sergio Daniel Batista, quien fue el último en alcanzar esta meta y se mantiene actualmente en el cargo. “Checho”, como se lo apoda, arribó como entrenador interino del conjunto nacional luego del Mundial de Sudáfrica tras la polémica salida de Diego Armando Maradona. El 11 de agosto de 2010 debutó en un amistoso frente a Irlanda en Dublín, aunque el momento que el “Checho” esperaba ocurrió el 2 de noviembre, cuando se lo confirmó como DT de la Selección.

Si bien fue sorpresiva su designación, Batista no llegó al predio de Ezeiza por arte de magia. Él fue el encargado de encabezar un proyecto en las selecciones juveniles con las que le ha tocado alternar buenos y malos momentos. Sin duda que los más significativos fueron la obtención de la medalla de oro con la sub 23 en los Juegos Olímpicos de Beijing 2008 y unos meses más tarde la no clasificación de la sub 20 para el Mundial de Egipto.

Para “Checho” hay un equipo que marca tendencia por su juego y no es otro que el FC Barcelona. El conjunto “Azulgrana” genera fascinación en una gran cantidad de admiradores de este deporte en todo el mundo. “Me contó Messi que en el Barcelona todos los trabajos se realizan con pelota”, afirma Batista. Tal vez sea ese el sello distintivo que el actual DT debe darle a la “albiceleste”, un sistema en donde Lionel Messi se sienta cómodo y que se pueda lograr una identidad como equipo que eclipse a lo que por ahora son puras individualidades.

Sergio Romero

Por Juan Ignacio Vera

Se puso los guantes por primera vez a los 9 años, en la Comisión de Actividades Infantiles (CAI) de Comodoro Rivadavia y hoy pertenece al AZ Alkmaar de Holanda. Sergio Germán Romero, hoy se encuentra en Argentina esperando para el inicio de la Copa América, el próximo primero de julio, junto a su esposa, la ex modelo, Eliana Guercio y su hija de un año, Jazmín.

Oriundo de Bernardo Irigoyen,  Misiones, rodeado de tierra colorada se revolcaba por primera vez defendiendo el arco de fútbol de la plaza, delimitado con buzos. Hasta que a los 9 años junto a sus padres Ramón y Betty, y sus hermanos Marcos, Oscar y Diego se mudaron al sur del país, a Comodoro Rivadavia. “Una amiga de mi mamá, que me ofreció jugar Almirante Brown. En mi primer partido se me acercó el entrenador Rubén Días Paris y me dijo que habían pruebas en la CAI, así que fui a probarme y quedé”.

Con 10 años empezaba a construir su sueño de ser como su ídolo, el “Mono” Navarro  Montoya, que lo conoció gracias a su hermano Diego, ya que en ese momento también era arquero. “Era hermoso verlo atajar”, comenta y agrega que hoy su sueño lo está cumpliendo, pero que del Mono no tiene nada.

Luego de cinco años luchando contra los delanteros del Argentino A y los fuertes vientos del sur, se fue a entrenar a Racing de Avellaneda en el 2003. Todo un desafío para el “Chiquito” Romero que daba un gran paso en busca de su objetivo en la séptima división de la Academia.

Un año después, gracias a que entrenador de arqueros Ubaldo “el Pato” Fillol lo llevó a entrenar con la primera división al mismo tiempo que en su equipo de la sexta, que ese año salió campeona luego de ganarle a Boca.

El 2007 fue un año clave para la carrera profesional y juvenil de Sergio, ya que por un lado debutó en la primera de Racing luego de 2 años de suplente, y por el otro, la convocatoria al seleccionado sub-20 para jugar el campeonato Sudamericano de Paraguay en busca de la clasificación al mundial de Canadá,  en el cual se colgó la medalla de oro tras vencer a República Checa. Y un año más tarde coronarse campeón olímpico en Beijín. Concluyendo con una etapa inolvidable para el misionero de sangre sureña.

Con sólo un partido en la primera del fútbol argentino, Sergio recibió una oferta del AZ Alkmaar que no pudo rechazar, y hoy sigue su carrera en el club holandés, guardando en su historial dos Eredivisie (Torneo holandés) y una Supercopa de los Países Bajos. Apoyado por su esposa y su hija, con las que vive Ámsterdam.

“El Coco Basile me abrió las puertas de la Selección, cuando me citó por primera vez contra un amistoso contra Noruega, y luego Diego Maradona me siguió anotando en la lista de convocados”, contó.

Debutó contra Paraguay en Asunción cuando Diego “me dijo que iba a ser titular, y luego vinieron Perú y Uruguay para clasificar al mundial”. Sudáfrica 2010 fue el primer mundial con la selección mayor para el “Chiquito” que mide 1,92 y que se destacó por ser el jugador más joven en llegar a los cuartos de final durante dicho mundial.

Romero clasificó, gracias al cuarto puesto del AZ Alkmaar, a la Europa League. Debido a su gran actuación, el equipo italiano Roma se interesó en ficharlo para la próxima temporada y así reemplazar a su arquero titular, Julio Sergio. Pero Sergio, todavía tiene contrato en el equipo holandés hasta el 2013.

Dentro de la familia Romero, Sergio no es el único deportista profesional, ya que su hermano Diego de 28 años y 2,06 metros es basquetbolista y actualmente juega en Gimnasia y Esgrima de Comodoro Rivadavia. Y tuvo un gran paso por el básquet universitario en Texas, Estados Unidos.

Juan Pablo Carrizo

Por Alfredo Merlo

La foto todavía ocupa un lugar central en el living de su antigua casa de Empalme Villa Constitución, en Santa Fe. Aquel niño de edad imprecisa posa contento con una pelota de fútbol, la camiseta de River y unos guantes de arquero. Como si se tratara de una de esas revelaciones imperceptibles a la que todos advierten una vez consumado el hecho, aquella imagen es la primera versión de un retrato que, aunque con notables diferencias de contexto, conservará siempre su esencia. Es que Juan Pablo Carrizo, hoy arquero de la Selección argentina, ídolo en Núñez y ya convertido en  hombre, preservó siempre esa frescura, esa alegría y ese genuino amor por el fútbol más allá de las imposiciones de la alta competencia. “A pesar de ser un profesional, nunca dejé de disfrutar esto que amo y que es jugar al fútbol”, concede.  La corteza, eso que termina siendo el envase, pinta a un hombre que aparece en todos los noticieros deportivos y es considerado por varios el mejor arquero del fútbol argentino; el contenido, aquello que va por dentro y que sólo el protagonista conoce, descubre a ese niño despreocupado y alegre de esa foto que se aislaba del mundo jugando a la pelota.

– River: un amor al que siempre se vuelve

En la vida y en el fútbol suceden historias análogas. Hay experiencias que bien podrían sacarse de la cotidianeidad y ser aplicadas a ese deporte o viceversa para explicar ciertos episodios. Juan Pablo Carrizo se fue de River a mediados del año 2008 como esos hijos que abandonan la casa de sus padres en busca del crecimiento personal, de la consagración. Claro que para eso cargó una mochila repleta de laureles: arquero titular de la selección, figura de un equipo campeón y refuerzo estrella de la Lazio de Italia, testificaba su currículum antes de tomarse el avión desde Ezeiza. Regresó dos años más tarde como aquellos que vuelven después de una mala experiencia a “empezar de nuevo”, con un inventario negativo, sin ninguna gloria y con algunas penas. En Italia nunca pudo afirmarse como titular y sufrió el enjuiciamiento de lostifosis del equipo romano, en Zaragoza peleó el descenso hasta la última fecha y en Argentina se reencontró con su casa, River, atravesando uno de los peores momentos de su historia. ¿Declive?, para nada. “La experiencia en Europa fue muy valiosa a pesar de que no se dio como yo la imaginaba. Aprendí mucho, conocí gente que me ayudó a crecer como profesional”, explica como quien ha sabido capitalizar los deslices, filtrar lo bueno de lo malo.

– La selección, su cuenta pendiente

Los hilos que entretejen el éxito suelen ser muy delgados, tan sensibles como para que un mal día postre a un protagonista, de un sacudón y sin avisos previos, a la hoguera de la crítica desmesurada. Para Carrizo, esa delgada línea que separa la gloria del olvido se rompió aquella tarde de 2009 en La Paz, por las eliminatorias para el Mundial de Sudáfrica, en la que la Argentina de Maradona cayó 6 a 1 ante Bolivia y se originó el ostracismo del arquero que casi por dos años no volvió a pisar el predio de Ezeiza. “No quiero ser egoísta, pero en lo personal considero que ese partido fue el mejor que tuve en la selección”, asevera, aunque el tamiz de Maradona no haya coincidido con su evaluación: el técnico nunca más lo tuvo en cuenta y lo excluyó de la lista de jugadores para la Copa del Mundo. Recién con Sergio Batista se le reabrieron las puertas. El Checho lo desenterró del olvido y lo convocó para un amistoso ante Ecuador en Mar del Plata, y su apellido fue uno de los primeros confirmados para disputar la Copa América. “Ganarla, y en nuestro país, sería un sueño”, expresa.  Así, pudo conciliarse con ese destino celeste y blanco que muchos le auguraron cuando, todavía con acné en la cara, irrumpió en un Sudamericano Sub 20 allá por  2003.

Nicolás Pareja

Nicolás Pareja, defensor del Spartak de Moscú ruso, es un pibe de barrio que, por las vueltas de la vida y la profesión que eligió, le ha tocado viajar por el mundo. Sin embargo, siempre estará en su recuerdo y sentimiento el amor por Villa del Parque, La Paternal y Villa Devoto, los tres lugares en los que se crió y creció.

El futbolista, recién llegado al país para afrontar junto a la selección argentina la Copa América, conoce a la perfección las calles de los barrios mencionados porque allí pasó su infancia y adolescencia, y como se lo escuchó decir en cada entrevista desde que arribó a Bueno Aires, pasa y disfruta mucho tiempo con su familia y amigos.

En el plano futbolístico Nico reconoce que Sergio Batista, entrenador nacional, lo conoce mucho por haberlo dirigido en los Juegos Olímpicos 2008 -obtuvo la medalla dorada- y en su paso por Argentinos Juniors. Pese a esto, el marcador central admite no tener ningún tipo de ventaja. Para él “la meta es que a Argentina le vaya bien y que cada jugador aporte desde su lugar lo que le toque”.

Por otra parte, el ex Anderlecht de Bélgica y Espanyol de España confiesa que disfruta compartir vestuario con estrellas como Messi, Zanetti, Cambiasso y Mascherano, entre otros.

Desde el seno del plantel se sabe que Pareja es un jugador al que “Checho” tiene muy en cuenta. Pero Nico tiene los pies sobre la tierra, se toma todo con calma y disfruta de cada citación. Como disfruta de volver a pasear por las calles de Villa del Parque, Devoto y La Paternal.

Gonzalo Higuaín

“Siempre mi papá nos muestra los videos y nos pide que hagamos todo lo contrario a lo que él hacía. Todos me cargan con que no tengo nada que ver con él. Desde las inferiores me dicen que tuve suerte al no parecerme al ‘burro de mi viejo’, pero igual me aclaran que lo quieren”. Esta frase tiene como dueño a un jugador de fútbol: Gonzalo Higuaín, quien recordó con una sonrisa de oreja a oreja las cargadas de sus compañeros durante su paso por River. Es que “El Pipita” heredó de su papá Jorge “Pipa” Higuaín las ganas de jugar al fútbol, además del apodo. Desde niño respiró en un ambiente dominado por el arte del balón pie en su casa de Saavedra, y en sus visitas al Monumental.

“Desde muy chiquito venía a ver los partidos y para adentro me preguntaba: ‘¿Cuándo voy a estar ahí? Sería buenísimo. Ojalá algún día llegue’”, comentó su padre quien jugó de defensor en River. Las palabras de aquel chico no eran vacías y sin sentido. Con el tiempo se volverían una realidad. Tal vez, el hecho que haya sido el hijo de un ex jugador fue un factor decisivo para que Gonzalo, nacido en Francia y nacionalizado argentino, llegase a ponerse los botines. Pero en su pasado no sólo existe esta similitud. También revela una historia que se remonta a 1987, recordado con voz emotiva y temblorosa por su padre: “Volvimos de Francia, donde yo había jugado en el Brest, y apenas llegamos a Gonzalo le agarró meningitis. Tenía unos meses nada más y estaba grave. La fiebre era muy alta y no le bajaba, entonces lo llevamos con Nancy, mi mujer, al Hospital de Niños. El medico nos explicó que lo llevamos justo a tiempo, pero que todavía estaba en peligro de muerte. Pero si se salvaba había que ver si no le quedaba alguna secuela en el habla, para caminar, oler, mirar o cualquier otra cosa. Fueron 20 días de angustia y preocupación. Mis compañeros me venían a visitar al hospital y Daniel Passarella era uno de ellos”.

Si bien los Higuaín pudieron superar y “zafar” de esa situación, no pudieron “zafar” del fútbol. No sólo papá Higuaín estaba ligado al deporte, sino que también el tío Claudio Zacarías. Y para llenar el cartón, los tres hermanos del “Pipita”: Nicolás y Federico (los más grandes) y Lautaro (el menor).

“A veces pienso que debería hacerme una prueba de ADN para ver si realmente es mi hijo, porque a mi no me salían las cosas como a Gonza”, expresó con una carcajada Jorge Higuaín en una entrevista con Olé. Pero “El Pipita” sabe muy bien de donde viene sus cualidades para el fútbol: “Yo al talento lo heredé de mi vieja, y la personalidad la saqué de mi viejo”.

Carlos Tévez

“Tengo pensado retirarme a los 28 años y jugando en Boca, para poder hacerlo en el primer nivel, no quiero volver con más de 30 años”, esas palabras salieron de Carlos Tévez, apenas emigro al Corinthians.

Ídolo en Argentina, Brasil e Inglaterra. Logro la ovación de  un argentino en  tierras inglesas, es considerado por el país como “el jugador del pueblo”, por su potencia y guapeza dentro del  campo de juego.

De un año para el otro, supo ser héroe y  villano para el legendario entrenador del Manchester United, Sir Alex Ferguson, al ser transferido de los “reds”, al Manchester City, donde hoy es capitán y estandarte.

Oriundo del barrio Ejercito de Los Andes, mas conocido como “Fuerte Apache”, Tévez se crió en situaciones humildes, en un lugar donde muchos de sus familiares y amigos terminaron en el camino de las drogas y el delito, pero según él, de la mano del fútbol “supo gambetear esas cosas”.

Con solo 27 años, “Carlitos”, como es conocido en el barrio y por sus amigos, esta casado con Vanesa Mansilla y es padre de dos nenas: Florencia y Katia.   Cantante y productor del grupo de cumbia “Piola Vago”, en el cual los integrantes son sus amigos de toda la vida, cuando tiene algún tiempo libre,  en la Argentina, se sube al escenario para cantar junto a ellos.

En sus ratos libres en Inglaterra, el hobby de Tévez es jugar al golf, un deporte en el cual nunca pensó en un futuro ser un aficionado.

Amigo de Diego Maradona, razón por la cual muchos dicen que  esto le perjudico y fue desafectado por Sergio  Batista, en las primeras convocatorias. Hoy a fuerza de goles  y de lucha Tévez, se gano un lugar en la lista de convocados  para jugar la Copa América entrando por la puerta de atrás,  pero siempre siendo un jugador indiscutido para la hinchada argentina.

Diego Milito

Por Agustín López Armengol

Diego Alberto Milito nació el 12 de junio de 1979 en Bernal, provincia de Buenos Aires, y no salió de la panza de su madre con una pelota de fútbol en brazos por cuestiones lógicas y naturales, pero su relación con la redonda se remonta a sus primeros días de vida. De familia de futbolistas, hizo las inferiores en Racing Club de Avellaneda desde muy pequeño, y debutó en la Primera división del fútbol argentino vistiendo esa camiseta frente a Unión de Santa Fe en 1999. Hermano mayor de Gabriel, que con un año menos que él y casi que llevándole la contra hizo las inferiores y debutó en Independiente, Diego fue el principal referente del Racing campeón del Apertura 2001.

Con 137 partidos jugados y 34 goles en su estadía en el club de Avellaneda, en esa oportunidad y de la mano de Reinaldo “Mostaza” Merlo lograba darle a Racing un título tras 35 años de sequía. Diego fue sin duda, el último gran jugador salido de la cantera albiceleste. Además, el mejor vendido de los últimos años.

Sus buenos rendimientos en el club que lo había visto nacer como profesional lo llevaron en la temporada 2003/04 a emigrar al fútbol italiano, al viejo continente. Así, el quilmeño vistió la casaca del Genoa durante dos temporadas logrando convertir 33 goles en 59 partidos.

En agosto del 2005, viajaba de Italia a España a préstamo para jugar los próximos dos años de su vida en el Real Zaragoza. Dos millones de euros fue la suma que el club español pagó para tenerlo durante dos temporadas. Diego, llegaba al equipo zaragocista con la difícil tarea de reemplazar al español David Villa.

En su primera campaña en aquel equipo Milito consiguió 14 anotaciones aunque su mejor performance la logro en la Copa del Rey de la misma temporada. Allí, a pesar de haber perdido en la final con el RCD Españyol; el Zaragoza dejó en el camino en octavos al Atlético de Madrid, en cuartos al Barcelona y en semifinal al poderoso Real Madrid. El “Mago”, jamás olvidará sus dos goles convertidos al equipo catalán en La Romadera, y los cuatro que le hizo al Real en el mismo escenario en la siguiente instancia.

En la temporada 2005/06 fue el goleador del Real Zaragoza con 23 tantos convertidos. Diego se convertía en el segundo máximo anotador del club maño en una temporada en la máxima categoría segundando al peruano Juan Roberto Seminario que, en 1961, había logrado 25. Además, en esa temporada el Zaragoza se haría dueño de su pase. “Si todo va bien, jugaré un mínimo de seis años en el Zaragoza y eso es media trayectoria en el fútbol profesional”, decía en aquel entonces.

Sin embargo, el soberbio definidor volvió al Genoa italiano en setiembre del 2008 por diez millones de euros y logró convertir en aquella temporada 21 goles en 28 partidos de Liga.

Los grandes equipos del país tano empezaban a mirarlo de reojo y en 2009, Milito, llegaba al equipo más importante de su trayectoria. Al Inter de Milán por 25 millones de euros.

El momento más importante en la vida del jugador fue el 22 de mayo de 2010. Diego ya estaba asentado como el goleador del equipo en el cual actualmente sigue jugando y en aquella ocasión, previo a ser premiado como el mejor jugador de la final, el “Príncipe” convertía sus dos goles más importantes. El Inter se consagraba como el campeón de la Champions League tras 45 años luego de vencer por 2-0 en el Estadio Santiago Bernabéu al Bayern de Munich alemán. En la semana previa al partido decisivo, el nacido en Bernal tiraba: “No es sencillo ganar la Champions pero vamos a dar el máximo por la gente”. Seis días antes también había conseguido la Liga italiana.

Marcos Rojo

Por Jeremías Baldantoni

“Vení, Marcos. A partir de hoy vas a poder cambiarte en el vestuario con nosotros”, le dijo el capitán e ídolo de Estudiantes de La Plata, Juan Sebastián Verón. Así comenzó Marcos Rojo a entrenar en la Primera, que en ese momento era dirigida por Roberto Sensini. Rojo tenía sólo 18 años, y para él era cumplir con lo que anhelaba ser desde que se inició en el club: entrar a la cancha con la camiseta de sus amores. Marcos nació en La Plata, se crió en el barrio El Triunfo, es hincha del equipo albirrojo y se dio el gusto de convertirle su primer gol en la máxima categoría a River, en el Monumental, pero el técnico ya era Alejandro Sabella, con quien logró la Copa Libertadores en el 2009 y el Apertura 2010.

Si bien Marcos prácticamente no jugó mucho tiempo en ese certamen internacional, hizo una promesa que cumplió con creces. “Si ganamos la copa, me la tatúo en el pecho”, y así fue. Esa Libertadores la llevará en su piel por el resto de su vida. Además, fue uno de los privilegiados de los que estuvieron presentes en la final del Mundial de Clubes en Abu Dhabi, cuando el Barcelona los derrotó por 2-1 con un excelente gol de Lionel Messi, que definió de pecho y les quitó el sueño de ser campeones del mundo.

“No tengo problemas en jugar en varias posiciones. Antes se me complicaba hacerlo por la banda, pero de a poco le fui tomando la mano y ahora me siento cómodo en cualquiera de los puestos que me tocó estar”. Al principio era central izquierdo, pero al ser zurdo Sabella lo ubicó como lateral por ese lugar. Ambas posiciones le gustaban, hasta que el entrenador decidió adelantarlo al puesto de volante por izquierda, en el que se habituó y mejoró notablemente su rendimiento en el Apertura 2010. Gracias a ese buen funcionamiento el equipo ruso Spartak de Moscú desembolsó casi tres millones de euros por su pase.

Morocho, de un metro con 87 centímetrosde altura, 80 kilos, espalda ancha y un físico que puede hacer pensar a cualquier persona que sus años de vida son más de 21. Demuestra ser un jugador firme que no es fácil eludirlo en el mano a mano. De buena proyección, aunque no tan veloz como debería ser un lateral, llega al ataque con su fuerza y potencia que sorprende a los defensores rivales.

Marquitos, como le dicen sus amigos, nunca pasó por las selecciones juveniles, fue citado directamente para el conjunto mayor. “No me lo esperaba, fue una emoción inmensa que Sergio Batista me convoque”, comentó luego de conocer que era uno de los elegidos para integrar la Selección local. Si bien no entró a la cancha en su primera citación, ya estaba en la consideración del técnico que lo volvió a llamar, y ahí sí jugó.

El 9 de febrero de este año viajó a Suiza, más precisamente a Ginebra, donde Argentina venció a Portugal por 2-1 en un amistoso, y él tuvo que marcar nada menos que a Cristiano Ronaldo. “En el único sitio donde me crucé con Cristiano fue enla PlayStation, pero no me pudo pasar”, contó entre risas el lateral platense. Su presentación con la celeste y blanca fue discreta, no vislumbró a los aficionados, pero cumplió con su tarea y no desentonó en ningún momento.

Afuera del campo de juego Faustino Marcos Alberto Rojo, como es su nombre completo, suele estar tranquilo mirando a su ídolo Nicolás Cabré en cualquier ficción que actúe. Su programa favorito fue Casi Ángeles, en el que trabajó María Eugenia Suárez, la actriz que lo “vuelve loco”. La música que siempre elige para escuchar es la cumbia, sobre todo si se trata de Mario Luis, a quien él denomina como su “cantante predilecto”.

Su vida actualmente transcurre en Moscú, la fría capital de Rusia, donde defiende los colores del Spartak, uno de los clubes más grandes del país. “Nunca antes había vivido fuera de la casa de mis viejos y ahora me tocó todo junto: un país con un idioma y una cultura diferente a la mía. Estoy mucho tiempo en el departamento porque el frío en la calle es muy fuerte y no salgo a ningún lado. Extraño a mi familia porque ellos están en La Plata”, confesó.

Ezequiel Garay

El trabajo y el esfuerzo han sido siempre los valores característicos de Ezequiel Garay, un defensor de orígenes humilde que le permitió llegar a     formar parte de uno de los clubes más importante del fútbol internacional, el Real Madrid de España.

Desde muy chico comenzó a jugar a la pelota en los clubes de barrios con el sueño de algún día llegar a ser profesional. El primero fue el “Social y Deportivo Cultural Sarmiento” y luego paso al “Club Santa Teresita”.

“En ambos clubes cada categoría tenía diferentes entrenadores. Nos preparábamos dos veces por semana y el domingo jugábamos. Pero en donde aprendíamos era en la calle, en el potrero. Ahí la idea era aprender las manías de las personas más grande y demostrar tus cualidades”.

Garay creció en una familia humilde del barrio de Rosario. Mientras su madre, Miriam, era ama de casa, su padre Gregorio trabajaba como lechero. El dinero que ganaba su papá era la única entrada que disponía la familia y en algunos casos resultaba insuficiente, por ésta razón Ezequiel decidió  a los 13 años probar suerte en las categorías inferiores de Newell’s Old Boys, como defensor central, para ayudar a su familia a nivel económico.

Con tan sólo 18 años debutó en la primera del de Rosario y una semana después de conseguir el título del Torneo Apertura 2004, Américo Gallego puso en cancha a Garay.

Su imponente físico, la calidad para sacar la pelota jugando desde atrás y su habilidad en el juego aéreo no pasaron inadvertido en Europa y al año siguiente cruzó el océano para sumarse en su primera aventura con el Racing de Santander de España, donde se convirtió en el defensor más goleador de Europa, anotando diez goles durante la temporada 2006/07.

Más allá que estaba todo acordado para que a principios del 2008 formara parte de la plantilla del Barcelona, finalizó aterrizando en el Madrid. “Con el equipo Catalán estaba todo pactado. Sin embargo, por unos motivos que desconozco se rompió. Por suerte, después apareció el Real Madrid”.

A pesar de que su presente en el equipo Merengue no sea la mejor, ya que no ha podido conseguir continuidad en el primer equipo y no encontrarse en los planes de José Mourinho, el argentino no pierde las esperanzas de poder tener una oportunidad para demostrar sus grandes condiciones a los dirigentes madridistas que tanto apostaron por él cuando apenas tenía 18 años.